Leopoldo
María Panero (1948-2014) hijo y
hermano de poetas, tuvo una vida atormentada, que proyectó en una poesía
atormentada también. Militante de la lucha antifranquista, homosexual, adicto a
los estupefacientes, desamparado afectivamente por unos padres egoístas;
alternó sus estancias en la cárcel con otras en varios manicomios, hasta que en
1984 decidió quedarse a vivir definitivamente en uno de ellos, primero en el de
Mondragón, y después en el de Tenerife, donde murió en 2014.
Su
poesía es espejo de su locura pero también de la nuestra (¡es tan débil la
frontera que separa la cordura de la locura!),
una locura lúcida, que revela cosas que pasan desapercibidas.
Los
versos, en inglés, con los que comienza y termina el poema son de una canción
de La Isla Del Tesoro, de Louis Stevenson, que ha sido muy imitada en la
literatura en inglés. Significa algo así como "Quince hombres en el cofre
del muerto. ¡Yo-Ho-Ho y una botella de ron!"
Las abundantes repeticiones
imitan las letras y el ritmo del blues.
(Selección
del poema e introducción de Carlos Nuño)
La canción del croupier del Mississippi Canción
pirata
Fifteen
men on a dead man's chest—
...Yo-ho-ho,
and a bottle of rum!
Fumo
mucho. Demasiado.
Fumo
para frotar el tiempo y a veces oigo la radio,
y
oigo pasar la vida como quien pone la radio.
Fumo
mucho. En el cenicero hay
ideas
y poemas y voces
de
amigos que no tengo. Y tengo
la
boca llena de sangre,
y
sangre que sale de las grietas de mi cráneo
y
toda mi alma sabe a sangre,
sangre
fresca no sé si de cerdo o de hombre que soy,
en
toda mi alma acuchillada por mujeres y niños
que
se mueven ingenuos, torpes, en
esta
vida que ya sé.
Me
palpo el pecho de pronto, nervioso,
y no
siento un corazón. No hay,
no
existe en nadie esa cosa que llaman corazón
sino
quizá en el alcohol, en esa
sangre
que yo bebo y que es la sangre de Cristo,
la
única sangre en este mundo que no existe
que
es como el mal programado, o
como
fábrica de vida o un sastre
que
ha olvidado quién es y sigue viviendo, o
quizá
el reloj y las horas pasan.
Me
palpo, nervioso, los ojos y los pies y el dedo gordo
de la
mano lo meto en el ojo, y estoy sucio
y mi
vida oliendo.
Y
sueño que he vivido y que me llamo de algún modo
y que
este cuento es cierto, este
absurdo
que delatan mis ojos,
este
delirio en Veracruz, y que este
país
es cierto este lugar parecido al Infierno,
que llaman
España, he oído
a los
muertos que el Infierno
es
mejor que esto y se parece más.
Me
digo que soy Pessoa, como Pessoa era Álvaro de Campos,
me
digo que estar borracho es no estarlo
toda
la vida, es
estar
borracho de vida y no de muerte,
es
una sangre distinta de esa otra
espesa
que se cuela por los tejados y por las paredes
y los
agujeros de la vida.
Y es
que no hay otra comunión
ni
otro espasmo que este del vino
y
ningún otro sexo ni mujer
que
el vaso de alcohol besándome los labios
que este
vaso de alcohol que llevo en el
cerebro,
en los pies, en la sangre.
Que
este vaso de vino oscuro o blanco,
de
ginebra o de ron o lo que sea
—ginebra
y cerveza, por ejemplo—
que
es como la infancia, y no es
huida,
ni evasión, ni sueño
sino
la única vida real y todo lo posible
y
agarro de nuevo la copa como el cuello de la vida y cuento
a
algún ser que es probable que esté
ahí
la vida de los dioses
y
unos días soy Caín, y otros
un
jugador de poker que bebe whisky perfectamente y otros
un
cazador de dotes que por otra parte he sido
pero
lo mío es como en «Dulce pájaro de juventud»
un
cazador de dotes hermoso y alcohólico, y otros días,
un
asesino tímido y psicótico, y otros
alguien
que ha muerto quién sabe hace cuánto,
en
qué ciudad, entre marineros ebrios. Algunos me
recuerdan,
dicen
con
la copa en la mano, hablando mucho,
hablando
para poder existir de que
no
hay nada mejor que decirse
a sí
mismo una proposición de Wittgenstein mientras sube
la
marea del vino en la sangre y el alma.
O
bien alguien perdido en las galerías del espejo
buscando
a su Novia. Y otras veces
soy
Abel que tiene un plan perfecto
para
rescatar la vida y restaurar a los hombres
y
también a veces lloro por no ser un esclavo
negro
en el sur, llorando
entre
las plantaciones!
Es
tan bella la ruina, tan profunda
sé
todos sus colores y es
como
una sinfonía la música del acabamiento,
como
música que tocan en el más allá,
y ya
no tengo sangre en las venas, sino alcohol,
tengo
sangre en los ojos de borracho
y el
alma invadida de sangre como de una vomitona,
y
vomito el alma por las mañanas,
después
de pasar toda la noche jurando
frente
a una muñeca de goma que existe Dios.
Escribir
en España no es llorar, es beber,
es
beber la rabia del que no se resigna
a
morir en las esquinas, es beber y mal
decir,
blasfemar contra España
contra
este país sin dioses pero con
estatuas
de dioses, es
beber
en la iglesia con música de órgano
es
caerse borracho en los recitales y manchas de vino
tinto
y sangre «Le livre des masques» de Rémy de Gourmont
caerse
húmedo babeante y tonto y
derrumbarse
como un árbol ante los farolillos
de
esta verbena cultural. Escribir en España es tener
hasta
el borde en la sangre este alcohol de locura que ya
no
justifica nada ni nadie, ninguna sombra
de
las que allí había al principio.
Y
decir al morir, cuando tenga
ya en
la boca y cabeza la baba del suicidio
gritarle
a las sombras, a las tantas que hay y fantasmas
en
este paraíso para espectros
y
también a los ciervos que he visto en el bosque,
y a
los pájaros y a los lobos en la calle y
acechando
en las esquinas
Fifteen
men on a dead man's chest—
...Yo-ho-ho,
and a bottle of rum!
Leopoldo María Panero, (1948-2014)
De
Poesía, 1970 - 1985
ESCUCHA EL POEMA (en la voz de Tomás Galindo):
Y aquí para escuchar Yo, Ho, Ho (And a Bottle of Rum) (Craig Toungate version):
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Esta es la letra de Yo,ho, ho, and a bottle of rum!
ResponderEliminarFifteen men on a dead man's chest
Yo ho ho and a bottle of rum
Drink and the devil be done for the rest
Yo ho ho and a bottle of rum
The mate was fixed by the bos'n's pike
The bos'n' brained with a markin spike
And Cookey's throat was marked belike
It had been gripped by fingers ten
And there they lay all good dead men
Like break o' day in a boozing ken
Yo Ho Ho and a bottle of rum
Fifteen men of a whole ship's list
Yo Ho Ho and a bottle of rum
Dead and be damned and the rest gone whist!
Yo ho ho and a bottle of rum
The skipper lay with his nob in gore
Where the scullion's axe his cheek had shore
And the scullion he was stabbed times four
And there he lay and the soggy skies
Dripped all day in up-staring eyes
At murk sunset and at foul sur-prise
Yo ho ho and a bottle of rum
Fifteen men of âem stiff and stark
Yo ho ho and a bottle of rum
Ten of the crew had the murder mark
Yo ho ho and a bottle of rum
âTwas a cutlass swipe or and ounce of lead
Or a yawning hole in a battered head
and the scuppers glut with a yawning red
And there they lay aye damn my eyes
All lookouts clapped on par - a - dise
All souls bound just con â tra â ri - wise
Yo ho ho and a bottle of rum
Fifteen men of âem good and true
Yo ho ho and a bottle of rum
Every man Jack could ha' sailed with old Pew
Yo ho ho and a bottle of rum
There was chest on chest of Spanish gold
With a ton of plate in the middle hold
And the cabins riot with stuff un told
As they lay there that had took the plum
With a sightless glare and their lips struck dumb
While we shared all by the rule of thumb
Yo ho ho and a bottle of rum
Fifteen men of a dead man's chest
Yo ho ho and a bottle of rum
Drink and the devil had done for the rest
Yo ho ho and a bottle of rum
We wrapped âem all in a mains'l tight
With twice ten turns of a hausers bight
And we heaved âem over and out of sight
With a yo heave ho and fare you well
And a sullen plunge in a sullen swell
Ten fathoms deep on the road to hell
Yo ho ho and a bottle of rum