José Manuel Ballester (Museo Guggenheim Bilbao) |
Bernardo
López García, militante liberal, patriota (en el sentido decimonónico del
término, que equivale a antimonárquico) y partícipe en la Revolución Campesina
de Loja es el autor, casi desconocido, de este conocido poema; por todo ello
fue excluido del Romancero de Jaén y
su cuerpo tardó cincuenta años en regresar a su tierra.
El
fuerte ritmo del lenguaje romántico en forma de décimas ayuda a ese tono
declamatorio que ha servido para popularizar el poema.
En
medio de tópicos patrióticos, hay que destacar dos ideas muy contundentes: La
corona ha sido el verdugo de la Patria y la torpe guerra de África.
Como
dato anecdótico hay que señalar que Franco consiguió aprenderse de memoria este
poema y presumía de ello recitándolo a sus amigos.
(Selección
del poema e introducción de Carlos Nuño)
Oda al Dos de Mayo
Oigo,
patria, tu aflicción,
y
escucho el triste concierto
que
forman, tocando a muerto,
la
campana y el cañón;
sobre
tu invicto pendón
miro
flotantes crespones,
y
oigo alzarse a otras regiones
en
estrofas funerarias,
de la
iglesia las plegarias,
y del
arte las canciones.
Lloras,
porque te insultaron
los
que su amor te ofrecieron
¡a
ti, a quien siempre temieron
porque
tu gloria admiraron;
a ti,
por quien se inclinaron
los
mundos de zona a zona;
a ti,
soberbia matrona
que,
libre de extraño yugo,
no
has tenido más verdugo
que
el peso de tu corona!
Doquiera
la mente mía
sus
alas rápidas lleva,
allí
un sepulcro se eleva
contando
tu valentía.
Desde
la cumbre bravía
que
el sol indio tornasola,
hasta
el África, que inmola
sus
hijos en torpe guerra,
¡no
hay un puñado de tierra
sin
una tumba española!
Tembló
el orbe a tus legiones,
y de
la espantada esfera
sujetaron
la carrera
las
garras de tus leones.
Nadie
humilló tus pendones
ni te
arrancó la victoria;
pues
de tu gigante gloria
no
cabe el rayo fecundo,
ni en
los ámbitos del mundo,
ni en
el libro de la historia.
Siempre
en lucha desigual
cantan
tu invicta arrogancia,
Sagunto,
Cádiz, Numancia,
Zaragoza
y San Marcial.
En tu
suelo virginal
no
arraigan extraños fueros;
porque,
indómitos y fieros,
saben
hacer sus vasallos
frenos
para sus caballos
con
los cetros extranjeros.
Y aún
hubo en la tierra un hombre
que
osó profanar tu manto.
¡Espacio
falta a mi canto
para
maldecir su nombre!
Sin
que el recuerdo me asombre,
con
ansia abriré la historia;
¡presta
luz a mi memoria!
y el
mundo y la patria, a coro,
oirán
el himno sonoro
de
tus recuerdos de gloria.
Aquel
genio de ambición
que,
en su delirio profundo,
cantando
guerra, hizo al mundo
sepulcro
de su nación,
hirió
al ibero león
ansiando
a España regir;
y no
llegó a percibir,
ebrio
de orgullo y poder,
que
no puede esclavo ser,
pueblo
que sabe morir.
¡Guerra!
clamó ante el altar
el
sacerdote con ira;
¡guerra!
repitió la lira
con
indómito cantar:
¡guerra!
gritó al despertar
el
pueblo que al mundo aterra;
y
cuando en hispana tierra
pasos
extraños se oyeron,
hasta
las tumbas se abrieron
gritando:
¡Venganza y guerra!
La
virgen, con patrio ardor,
ansiosa
salta del lecho;
el
niño bebe en su pecho
odio
a muerte al invasor;
la
madre mata su amor,
y,
cuando calmado está,
grita
al hijo que se va:
"¡Pues
que la patria lo quiere,
lánzate
al combate, y muere:
tu
madre te vengará!"
Y
suenan patrias canciones
cantando
santos deberes;
y van
roncas las mujeres
empujando
los cañones;
al
pie de libres pendones
el
grito de patria zumba
y el
rudo cañón retumba,
y el
vil invasor se aterra,
y al
suelo le falta tierra
para
cubrir tanta tumba!
¡Mártires
de la lealtad,
que
del honor al arrullo
fuisteis
de la patria orgullo
y
honra de la humanidad,
¡en
la tumba descansad!
que
el valiente pueblo ibero
jura
con rostro altanero
que,
hasta que España sucumba,
no
pisará vuestra tumba
la
planta del extranjero!
Bernardo López García, (1838-1870)
Publicado en El Eco del País (1866)
ESCUCHA EL POEMA (en la voz de Tomás Galindo):
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