Da
gusto escuchar la voz de esta mujer, de hace doscientos años, hablar directamente
a un hombre, con quien había tenido una hija, que él no solo no reconoció, sino
que se negó a conocer y salió huyendo.
El
destino es otro de los temas tópicos del Romanticismo. Él ha sido solo el
instrumento del destino. Ella no se rindió ante un hombre, sino ante una fuerza
superior. ¡Orgullo de mujer! Mujer empoderada, dicen ahora.
En
1853, la RAE, rechazó su candidatura. Dario Villanueva, su actual presidente,
ha dicho que fue el mayor error de su historia.
(Selección
del poema e introducción de Carlos Nuño)
A él
No
existe lazo ya: todo está roto:
plúgole
al cielo así: ¡bendito sea!
Amargo
cáliz con placer agoto:
mi alma
reposa al fin: nada desea.
Te
amé, no te amo ya: piénsolo al menos:
¡nunca,
si fuere error, la verdad mire!
Que
tantos años de amarguras llenos
trague
el olvido: el corazón respire.
Lo
has destrozado sin piedad: mi orgullo
una
vez y otra vez pisaste insano…
Mas
nunca el labio exhalará un murmullo
para
acusar tu proceder tirano.
De
graves faltas vengador terrible,
dócil
llenaste tu misión: ¿lo ignoras?
No
era tuyo el poder que irresistible
postró
ante ti mis fuerzas vencedoras.
Quísolo
Dios y fue: ¡gloria a su nombre!
Todo
se terminó, recobro aliento:
¡Ángel
de las venganzas!, ya eres hombre…
ni
amor ni miedo al contemplarte siento.
Cayó
tu cetro, se embotó tu espada…
Mas,
¡ay!, cuán triste libertad respiro…
Hice
un mundo de ti, que hoy se anonada
y en
honda y vasta soledad me miro.
¡Vive
dichoso tú! Si en algún día
ves
este adiós que te dirijo eterno,
sabe
que aún tienes en el alma mía
generoso
perdón, cariño tierno.
Gertrudis (Tula) Gómez de Avellaneda, (1814-1873)
De Poesías, 1850
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Ni libre soy, ni la prisión me encierra;
veo sin luz, sin voz hablar ansío;
temo sin esperar, sin placer río;
nada me da valor, nada me aterra.
[...]
Valiente pienso ser, y débil lloro.
Cúmplese así mi extraordinaria suerte.
Gertrudis Gómez de Avellaneda.