Pepa
Parra, directora de actividades de la Fundación Caballero Bonald y subdirectora
de la revista literaria Campo de Agramante (Jerez de la Frontera).
La
tradición cristiana ha convertido en pecaminosos los goces de los placeres
corporales, sobre todo para la mujer. Aquí, a esto se le añadió el franquismo.
La
poesía erótica española, escrita por mujeres, había sido muy tortuosa hasta que
Ana Rossetti la liberó de culpas situándola en referentes culturales o
místicos. Pepa Parra, otra poeta gaditana, ya no necesita subterfugios para
proclamar la dicha y el goce de los sentidos.
(Selección
del poema e introducción de Carlos Nuño)
Sentidos
I
-Del tacto
Acércate
despacio a mis dominios;
que
tus dedos tanteen el espacio
ciegamente,
la oscuridad que envuelve
mi
cuerpo; que construyan un camino
y
lleguen hasta mí a través del velo
espeso
y taciturno de las sombras.
Sálvame
con la luz que hay en tus dedos
si me
tocan, conjura la desidia,
enciéndeme
o abrásame en el tacto
esplendoroso
y claro de tus manos.
Como
las mariposas de la noche,
hacia
la llama iré que tú convocas,
que
prefiero quemarme a estar a oscuras.
II
-Del olfato
La
vainilla; el espliego; el verdín; la canela.
A
veces un aroma delgado como de agua,
como
de nube o lluvia; a veces un violento
perfume
que recuerda la piel de una gacela,
el
sudor y la sangre de un animal en celo.
Pero
siempre, al final, la vainilla, el espliego...
III
-De la visita
Para
tus ojos.
Para
tus ojos fieramente abiertos.
Para
tus ojos fijos.
Para
tus ojos con caudal de fiebre.
Para
tus ojos grandes.
Una
orquídea de carne voluptuosa
para
tus ojos ávidos
con
vocación de abejas.
IV
-Del gusto
Hay
sal sobre los labios. En la lengua,
un
resto de naufragios y sirenas,
tal
vez algas, y el gusto de los fondos
espumosos
y verdes del océano.
El
sexo siempre sabe a mar de invierno,
a
galernas en medio de la noche.
V
-Del oído
Se
levanta tu voz, se enrosca y se estremece,
serpiente
y remolino, se enzarza en mis cabellos,
sube
aún, se engrandece, se enajena en rugido
y
pierde la noción del trino o la palabra.
Eres
otro en tu voz. No conozco a ese hombre
que
grita en el placer, delicioso extranjero
que
habla lenguas angélicas en una cama impura.
Josefa Parra (1965- )
De
Alcoba del agua, 2002
ESCUCHA EL POEMA (en la voz de Tomás Galindo):
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