Leído
por la autora desde un balcón, cabello al viento y voz potente ante un público
enfervorizado el día que se inauguró la sede de La Sociedad Antiabolicionista.
Todo muy romántico. Se originó un escándalo diplomático porque su marido era el
primer secretario de la embajada de USA y fue destituído.
Las
autoras románticas identificaron la lucha por la libertad de los negros con la
suya propia como mujeres, y por este camino abrieron la vía de las
reivindicaciones del feminismo. Es el caso de Concepción Arenal, Faustina Sáez
de Melgar, Geltrudis Gómez de Avellaneda, Enriqueta Lozano, Rosalía de Castro,
Rogelia León....
(Selección
del poema e introducción de Carlos Nuño)
A la abolición de la esclavitud en Cuba
Si
libres hizo ya de su mancilla
el
águila inmortal los africanos,
¿por
qué han de ser esclavos los hermanos,
que
vecinos tenéis en esa Antilla?
¿Qué
derecho tendrás, noble Castilla,
para
dejar cadenas en sus manos,
cuando
rompes los cetros soberanos
al
son de libertad que te acaudilla?
No,
no es así: al mundo no se engaña.
Sonó
la libertad, ¡bendita sea!
Pero
después de la triunfal pelea,
no
puede haber esclavos en España.
¡O
borras el baldón que horror inspira,
o esa
tu libertad, pueblo, es mentira!
Carolina Coronado, (1820-1911)
(Leído el
14 de octubre de 1868)
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Es necesario recordar que España fue la penúltima nación del mundo que abolió la esclavitud en 1886, seguida de Brasil.
ResponderEliminarLa pavorosa situación en que se encontraban los esclavos y su ineludible liberación, se convirtieron, por simpatía, en un motivo reiterado de la literatura romántica escrita por mujeres.
Son ellas las que deben de llevarse el mérito de haber denunciado por humanidad, por solidaridad, tal ignominia.
(VEASE https://rebelion.org/escritoras-romanticas-espanolas-contra-la-esclavitud/)
Todavía en 1870, Emilio Castelar se batía el cobre en el Congreso de los Diputados para acabar con los negreros en Cuba.
ResponderEliminarLe restregó al ministro de Ultramar un anuncio en un periódico cubano que decía: Se venden dos yeguas de tiro y dos negras, hija y madre; las yeguas, juntas o separadas; las negras, separadas o juntas.
La introducción de Carlos Nuño, y los comentarios, ensanchan talmente mi horizonte de conocimientos, que no puedo por menos hacer patente mi agradecimiento a la oportunidad, que cada día me brinda, esta cita con la poesía.
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