El fusilamiento de Encarnación
Jiménez (o Giménez) fue un escándalo en la prensa internacional en 1937. Hubo
varios poetas españoles que escribieron sobre este tema.
Encarnación Jimenez se ganaba
la vida lavando, en el río Guadalmedina, la ropa de los ricos. Durante la
Guerra Civil, lavó la de los milicianos. Cuando las tropas franquistas
conquistaron Málaga, fue sometida a un consejo de guerra, que la condenó a muerte
por "Auxilio a la Rebelión" y ejecutada inmediatamente después. El
título que puso la autora remite a la Pasión y Muerte de Jesucristo a cuyo
nivel eleva a Encarnación.
El poema fue publicado en el
número 13 de la revista "Mujeres Libres", órgano de expresión de la
organización del mismo nombre que la autora había fundado un año antes, y que
llegó a ser la organización feminista más numerosa que ha habido en España.
Lucía Sánchez Saornil fue la única mujer firmante del
Manifiesto Futurista, vivió en el exilio y en la clandestinidad hasta su
muerte. Su obra no ha sido todavía publicada.
(Selección del poema e introducción de
Carlos Nuño)
Vida, pasión y muerte de Encarnación Jiménez
¡Adiós
las aguas del río
camino
de la mar brava!
adiós
las aguas crueles,
cuchillos
que se afilaban
en la
piedra del invierno!
¡Manos
mías traspasadas!
Adiós
las duras orillas
que me
miraron esclava,
la
rodilla hincada en tierra,
arco
agobiado la espalda,
arrojar
a la corriente
con
ignorancia heredada
hora por
hora una vida
sin
florecer, agostada!
¡Cauce
de penas amargas!
¿Tuviste como otros ríos
nocturnos
de lunas claras,
pájaros
de amanecer,
chopos
vestidos de plata,
cielo
cuajado en remansos,
flechas
de sol en el agua?
Ay, río
Guadalmedina,
¿Para
quién eran tus galas?
¿Dónde
esas vegas floridas
y esas
veredas románticas
que
andan siempre con los ríos
disputándose
distancias.?
¡Ni
espejo quisiste ser,
ni
espejo para mi cara
si nacía
una sonrisa
robando
sal a mis lágrimas!
¡Siempre
estuvo el agua turbia
debajo
de mis miradas!
¡Ay, río
Guadalmedina.
cauce de
penas amargas!
¿Quién
ha dicho que los ríos
tienen
flautas encantadas
que
tañen en los crepúsculos
con
lenguas de viento y agua?
¡Ay,
dolor! Dolor del río
sobre mi
cuerpo y mi alma:
-frío,
dureza, fatiga,
hambre,
sudor, ignorancia-.
¡Ay, río
Guadalmedina,
cauce de
penas amargas!
II
Cambié
ropas de "señores",
batistas
finas y claras
por
ropas de miliciano
oscuras
y ensangrentadas.
¿Qué
pecado han cometido
mis
pobres manos esclavas?
Cambié
de ropa, buen juez,
que
también los tiempos cambian.
Sangre y
sudor como Cristo
los
hijos del pueblo daban.
¡Si yo
supiera por qué!
¡Maldición
de mi ignorancia!
Tan sólo
sé que eran carne
de mi
carne atormentada.
|
Esto es
lo que sé tan sólo,
de lo
demás no sé nada.
El río
era el mismo río,
turbia
como siempre el agua,
las
mismas duras orillas
la misma
hambre insaciada.
Yo no sé
nada, buen juez.
Estoy
loca de palabras
y nadie
acierta a decirme
por qué
los hombres se matan.
Eran de
mi misma carne ...
¿Es esto
una cosa mala?
Ayer
lavé ropas finas,
hoy
ropas ensangrentadas.
Si me
sacan de ahí, buen juez,
no
comprendo una palabra.
El juez
se encogió de hombros;
huyó
mirarla a la cara.
Para
escarmiento de pobres
ha mandado
fusilarla.
III
Caliente
de sangre está
la hora
más fría del alba,
de
estupor cuajado el aire,
la
conciencia desvelada
y el
sueño, rotas las venas,
vigilante
en las ventanas.
Siegan
cuchillos de miedo
las
voces en las gargantas
¿A dónde
va Encarnación
Giménez,
altiva y pálida,
una
pregunta en los labios
que
nadie ha de contestarla
y una
escolta de fusiles
con
bayoneta calada?
Sólo la
luna la sigue
desde
los cielos del alba
y el río
Guadalmedina,
crecido
de sangre y lágrimas.
Ya está
la tapia alevosa
tricionándole
a la espalda.
La van a
matar por pobre
-cosa
ruin de la "canalla"-.
Justicia
que manda hacer
código
de aristocracia.
Pobres
del mundo ¡ acorredla !
¡ Suene
clarín de batalla!
¡Abajo
todos los códigos,
corran
veloces las llamas!
¡Cayó
Encarnación Giménez
bajo un
huracán de balas!
¡Si
hundir el mundo precisa,
derrúmbese
noramala!
¡En pie
los pobres del mundo
en
torrentes desbordada!
Lucía Sánchez Saornil
(1895-1970)
|
GB ¡Impresionante redención!
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