viernes, 12 de junio de 2020

Wisława Szymborska: La mujer de Lot

La poeta polaca Wislawa Szymborska fue galardonada con el Premio Nobel de Literatura en 1996.
Según El Génesis, Jehová decide destruir Sodoma y Gomorra por causa del pecado. Envía un ángel para que conduzca a Lot y su familia fuera de la ciudad a fin de que puedan salvarse, con la condición de que no deberían volver la vista atrás, cuando salieran de la ciudad. La mujer de Lot lo hizo y quedó convertida en una estatua de sal clavada en el suelo.
Se han hecho variadas interpretaciones de este mito:
-En El Génesis se sugiere que fue la curiosidad de la mujer; una curiosidad malsana, curiosear en lo que no la importa. Esta característica le ha sido atribuida a la mujer genéricamente.
-Para muchas personas mirar atrás no sirve para nada, lo pasado es inamovible.
-Otras estudian la historia para buscar en el pasado alguna luz para el presente. Nos vemos en el pasado.
-Curiosamente, varias mujeres poetas han dado una versión positiva de este mito. Hay en ellas una defensa de la autonomía de la mujer. No basta que Dios o Lot hayan ordenado no mirar, una mujer completa necesita saber qué pasa por ella misma. Obsérvese que esta mujer ni siquiera tiene nombre, es solo la mujer de Lot.
-Por otra parte, ¿Como no mirar atrás? Recordar nuestra vida, evocar lugares, rememorar nuestos amores, evocar nuestros muertos...¡Hay tantas razones para mirar atrás!
Los argumentos de Wislawa para mirar atrás terminan con argumentos irracionales. Miré hacia atrás a pesar de mí misma.
(Selección del poema e introducción de Carlos Nuño)
La mujer de Lot
Dicen que miró hacia atrás por curiosidad.
Pero yo podría haber tenido otras razones aparte de la curiosidad.
Miré hacia atrás por pena de una fuente de plata.
Por distracción mientras me ataba el cordón de mi sandalia.
Para evitar seguir mirando el justo cuello
de Lot, mi esposo.
Por una repentina certidumbre de que si yo hubiera muerto
él ni siquiera habría atenuado su marcha.
Por la desobediencia de los humildes.
Alerta a la persecución.
Repentinamente serena, esperanzada de que Dios hubiera cambiado de parecer.
Nuestras dos hijas ya estaban casi en la cima de la colina.
Sentí la ancianidad dentro de mí. Lejanía.
La futilidad de nuestro vagar. Somnolencia.
Miré hacia atrás mientras dejaba mi atado en el suelo.
Miré hacia atrás por miedo de dónde poner a continuación mi pie.
En mi camino aparecieron serpientes,
arañas, ratas de campo y buitres jóvenes.
Entonces no había justos ni malvados -simplemente todas las criaturas vivientes
reptaban y saltaban en medio de un pánico común.
Miré hacia atrás por soledad.
Por vergüenza de que estaba huyendo.
Por un deseo de gritar, de volver.
Justo cuando una súbita ráfaga de viento
me deshizo el peinado y me levantó mis vestidos.
Tuve la impresión de que lo estaban viendo todo desde las murallas de Sodoma
y estallaban en risas sonoras de vez en cuando.
Miré hacia atrás por rabia
para gozar de su gran ruina
miré hacia atrás por todas las razones que he mencionado.
Miré hacia atrás a pesar de mí misma.
Fue sólo una roca que se desprendió, resonando bajo los pies.
Una repentina grieta que cortó mi camino.
Al borde un hámster correteó parado en sus patas traseras.
Fue entonces que miramos los dos hacia atrás.
No, no. Yo seguí corriendo,
repté y gateé hacia arriba,
hasta que la oscuridad me aplastó desde el cielo,
y con ella, grava ardiente y pájaros muertos.
Por falta de aliento me balanceaba repetidamente.
Si alguien me hubiera visto podría haber pensado que estaba bailando.
No se descarta que mis ojos hayan estado abiertos.
Podría ser que siento mi cara vuelta hacia la ciudad.
Wisława Szymborska (1923 - 2012)
               De El gran número, Fin y principio y otros poemas, 1997





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2 comentarios:

  1. .

    Amiga,
    tu eres un dragón
    y no necesitas
    a un estúpido buitre
    para poder volar.

    -Julia Viciana Estévez-

    Pues eso....

    Muchas gracias Carlos (y compañía).

    Eloy Gómez Zaldo
    pues eso

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  2. Me siento como si acabara de admirar ¡oh! el último cohete de la noche de San Juan... un haz de destellos estalla en mi mente:¿cómo pude creer, sin cuestionármelo antes jamás, que Adu, o Edith o como quiera que ella se llamase, fuese merecedora de convertirse en estatua por cotilla? Wislawa y Carlos ¡gracias!

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