jueves, 11 de junio de 2020

Jaime Siles: Semáforos, semáforos

El valenciano Jaime Siles forma parte de la segunda generación de Los Novísimos que ocupan los últimos veinte años del siglo XX.
El poema expresa la visión fugaz de una mujer que cruza el paso de cebra.
¿Qué detalles podemos destacar?:
- El espacio urbano anónimo, que aísla y enajena.
- El ritmo rápido del verso que se corresponde con el de la vida moderna.
- Imágenes que se suceden con la velocidad de un video clip.
- Impresiones luminosas de colores.
- Cierto tono de lamento, que se corresponde con la tradición del verso  heptasílabo.
- La descripción impresionista de la mujer (descriptio puellae)
- Visión fragmentada, caótica de la realidad.
Hay que añadir la mezcla de un lenguaje connotado poéticamente: Almena, costuras del cielo, blondas de niebla, alameda, la noche, otoño de terrazas, aurora, espejos. con otro lenguaje nuevo en la poesía:Taxis, neon, claxon, rimmel, taquigrafía, motores, semáforo, el metro, ginebra...etc.
(Selección del poema e introducción de Carlos Nuño)
Semáforos, semáforos
a Pedro Laín Entralgo
La falda, los zapatos,
la blusa, la melena.
El cuello, con sus rizos.
El seno, con su almena
El neón de los cines
en su piel, en sus piernas.
Y, en los leves tobillos,
una luz violeta.
El cláxon de los coches
se desangra por ella.
Anuncios luminosos
ven fundirse sus letras.
Cuánta coma de rimmel
bajo sus cejas negras
taquigrafía el aire
y el aire es una idea.
El cromo de las motos
gira a cámara lenta.
Destellos, dioramas,
tacones, manos, medias.
Un solo parpadeo
Y todo se acelera.
El carmín es un punto
y es un ruido de seda.
La falda, los zapatos,
la blusa, la melena
Se han ido con la luz
verde que se la lleva.
En un paso de cebra
La vi y dije: ¡ella!
Y todos los motores
me clavaron su espuela.
El semáforo dijo
hola y adiós. Y era
muy pronto para todo,
muy tarde para verla.
El ámbar me mordía
los ojos y las venas
y la calle tenía
resplandor de pantera.
En qué esquina de yodo
su mirada bucea.
En qué metro de níquel
o burbuja de menta.
Ningún libro me dice
ni quién es ni quién era.
Ni su nombre ni el mío
intercambian fonemas.
Lloran los diccionarios,
lloran las azoteas
y dicto mis mensajes
en una lengua muerta.
He llegado hasta junio
y estoy en las afueras.
La costura del cielo
tiene blondas de niebla.
Las boquitas pintadas
dejan polvo de estrellas
en el borde de un vaso
boreal de ginebra.
Escrito en cuneiforme
el perfil de sus ruedas
los taxis amarillos
tatúan la alameda.
La noche me maquilla
con su breve tormenta
de bares y de hoteles
sonámbulos que tiemblan.
Otoño de terrazas
vacías y de mesas,
de toldos recogidos
y sillas genuflexas.
Los lápices de labios
con la aurora despiertan.
Los espejos los miran
dibujar sus dos letras.
En un paso de cebra
la vi y dije: ¡ella!
y todos los motores
me clavaron su espuela.
Ésta es la misma calle.
Ésta es la misma acera.
Y la hora, la misma.
Sólo ella no es ella.
La falda, los zapatos,
la blusa, la melena.
El cuello, con sus rizos.
El seno, con su almena.
¿Y la coma de rimmel
bajo sus cejas negras?
El aire me grafía
Aún su silueta.
Esculpida en el ámbar
de algún paso de cebra
fosforesce su piel,
fosforescen sus medias.
Jaime Siles (1951 - )
      Publicado en 1989


ESCUCHA EL POEMA en la voz de Tomás Galindo:

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