Francisco
Brines de la Generación de los 50.
Casi
toda su poesía gira en torno a una infancia mitificada e irremisiblemente
perdida. La exaltación de la vida infantil y el lamento por el paso del tiempo.
El poema es una variante del tópico del
"Carpe Diem" (vive, captura el día, el presente). La variante incide
mas en el carácter pasajero de la juventud: es el tópico del "Collige, virgo, rosas" (Coge, doncella,
las rosas") que debemos al poeta latino Ausonio
Es una
incitación a disfrutar de la juventud y, la belleza, puesto que son efímeras como las
rosas. El tópico se refiere a un disfrute marcadamente erótico-sexual.
En el poeta hay también una cierta nostalgia
de su propia juventud y una cierta envidia.
Como en
la tradición clásica, la noche es cómplice del amor, en cambio el alba, que nos
enfrenta a nuestros afanes y quehaceres diarios, es su enemiga.
(Selección del poema e introducción de Carlos
Nuño)
Collige, virgo, rosas
Estás ya con quien quieres. Ríete y goza. Ama.
Y enciéndete en la noche que ahora empieza,
y entre tantos amigos (y conmigo)
abre los grandes ojos a la vida
con la avidez preciosa de tus años.
La noche, larga, ha de acabar al alba,
y vendrán escuadrones de espías con la luz,
se borrarán los astros, y también el recuerdo,
y la alegría acabará en su nada.
Mas, aunque así suceda, enciéndete en la noche,
pues detrás del olvido puede que ella renazca,
y la recobres pura, y aumentada en belleza,
si en ella, por azar, que ya será elección,
sellas la vida en lo mejor que tuvo,
cuando la noche humana se acabe ya del todo,
y venga esa otra luz, rencorosa y extraña,
que antes que tú conozcas, yo ya habré conocido.
Francisco Brines (1932- )
De El
otoño de las rosas, 1986
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