He
decidido regalaros un poema cada día.
Para
empezar uno que aconseja como afrontar una
catástrofe inesperada. En su caso, el triunfo de Macri en las elecciones
presidenciales en Argentina; en el nuestro, la pandemia del coronavirus.
(Selección
del poema e introducción de Carlos Nuño)
Instrucciones para capear el mal tiempo
En primer lugar, no se desespere y en caso de zafarrancho no
siga las reglas que el huracán querrá imponerle.
Refúgiese en la casa y asegure los postigos una vez que
todos los suyos estén a salvo.
Comparta el mate y la charla con los compañeros, los besos
furtivos y las noches clandestinas, con quien le asegure ternura.
No deje que la estupidez se imponga.
Defiéndase.
A la estética, ética.
Esté siempre atento.
No les bastará empobrecerlo y lo querrán someter con su
propia tristeza.
Ríase estentóreamente.
Mófese: la derecha está mal cogida.
Será imprescindible cenar juntos cada día hasta que la
tormenta pase.
Son cosas simples, sencillas, pero no por ello, menos
eficaces.
Diga hacia el costado buen día, por favor y gracias.
Y la concha de tu madre cuando lo soliciten desde arriba.
Tírele con lo que tenga, pero nunca solo.
Ellos saben cómo emboscarlo en la desprevenida soledad de
una tarde.
Recuerde que los artistas serán siempre nuestros.
Y el olvido será feroz con la comparsa de impostores que los
acompaña.
Todo va a estar bien si me hace caso.
Sobreviviremos nuevamente, estamos curtidos.
Cuidemos a los pibes que querrán podarlos.
Solo es menester bien pertrecharse y no escatimarnos
amabilidades.
Deberemos dejar a mano los poemas indispensables, el vino
tinto y la guitarra.
Sonreírles a nuestros viejos como vacuna contra la angustia
diaria.
Ser piadosos con los amigos.
No confundir a los ingenuos con los traidores.
Y aún con estos, tener el perdón fácil para cuando vuelvan
con las ilusiones forreadas.
Aquí nadie sobra.
Y eso sí, ser perseverantes y tenaces, escribir
religiosamente todos los días, todas las tardes, todas las noches.
Aún sostenidos en terquedades si la fe se desmorona.
En eso, no habrá tregua para nadie.
La poesía les duele a estos hijos de puta.
Alejandro Robino (1959 - )
Para añadir comentarios haz clic aquí
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarNuestra realidad, lo que estamos viviendo...
ResponderEliminar